Es la operación para disminuir el tamaño de los senos muy grandes y pesados; eliminando grasa, tejido mamario y piel. El resultado son unos pechos más pequeños, ligeros, redondos y mejor colocados. Para conseguir un pecho más proporcionado se suele reducir también el tamaño de la areola. Y si lo deseas se disminuye el tamaño del pezón.
La mamoplastia reductora soluciona la denominada hipertrofia mamaria o gigantomastia (acumulación de tejido graso y/o glandular, acompañado por un exceso de piel).
El aumento exagerado de los pechos puede aparecer como un síntoma aislado, sobre todo en pacientes jóvenes (hipertrofia juvenil) o acompañado de la caída del pecho (hipertrofia con ptosis). Suele estar asociada a la obesidad, pero también puede aparecer en mujeres delgadas.
Es una cirugía que se hace con anestesia general, se sitúa la areola en la posición correcta y luego se extirpa la porción inferior de la mama, según los deseos de la paciente. En ocasiones, se asocian técnicas complementarias para mantener el relleno del polo superior de la mama, del escote, mediante la propia mama o con injerto de grasa.
Tras la cirugía de reducción mamaria tendrás una mama y una areola más pequeñas, con una forma más bonita y con un tamaño proporcionado a tu cuerpo.
Como en toda cirugía, es normal la aparición de edema (hinchazón). También puede presentarse equimosis (moretones) que serán reabsorbido en las semanas siguientes.
Para controlar la hinchazón del pecho y mantenerlo sujeto, colocamos en el día del alta un sujetador especial que debes utilizar día y noche durante un mes.
Como damos una sutura interna no se retiran puntos y la cicatriz es de mucha mejor calidad.
Es habitual la perdida temporal de sensibilidad en la areola y el pezón y en las zonas de la mama próximas a la cicatriz, esta sensibilidad se va recobrando en el transcurso de las semanas siguientes.
La piel ha de cuidarse con cremas hidratantes y proteger las cicatrices del sol durante un año para evitar que se pigmenten.
La forma del seno va cambiando, hay que esperar varios meses para apreciar el resultado final. La recuperación de las dos mamas no suele ser simétrica, siempre un pecho se sentirá un poco más duro o más hinchado y uno recuperará antes que el otro.
Los riesgos o complicaciones tras la reducción mamaria son infrecuentes, te los describimos para que tengas la mejor información.
El riesgo de hemorragia postoperatoria es muy bajo, aunque es normal la salida de una escasa cantidad de sangre y suero por los drenajes.
Siempre existe un riesgo anestésico que es extremadamente pequeño. El anestesista realizará una consulta pre-anestésica y te prescribirá unos análisis y pruebas, para valorar tu estado de salud y los posibles riesgos. Durante toda la cirugía, el anestesiólogo estará a tu lado, controlando tus constantes vitales.
La formación de cicatriz hipertrófica o queloide es es muy poco frecuente con las técnicas de sutura que utilizamos y los cuidados de la cicatriz que te recomendaremos en el postoperatorio.
Para recolocar la areola-pezón en una posición más elevada, en ocasiones es necesario separarlo parcialmente del tejido mamario que lo rodea, dejando únicamente un puente o pedículo de tejido para proporcionarle el riego sanguíneo y la inervación. El grado de separación necesario, depende del tamaño de la mama y de la reducción que debamos realizar. Esta separación de los tejidos es la que puede provocar: la pérdida de sensibilidad y la incapacidad para la lactancia, que pueden ser mínimas o inexistentes en casos leves, pero prácticamente totales, en los casos de grandes reducciones.
Durante la intervención, se seccionan y estiran las fibras nerviosas de la mama, lo que provoca cambios de la sensibilidad en la areola y el pezón. Habitualmente la sensibilidad se recupera en el transcurso de varias semanas, durante las cuales puede notarse una sensación extraña al tacto que puede resultar desagradable. En las mamas muy grandes o muy caídas, puede no recuperarse completamente la sensibilidad del pezón, especialmente la sensibilidad erógena.
Ocasionalmente puede presentarse en mujeres que: requieren, reducciones grandes, que son muy fumadoras o que tienen mala circulación; una mala vascularización de la piel y de la areola, que, en algunas circunstancias, conduce a la mala cicatrización o incluso pérdida parcial de piel de la mama o de la areola. Cuando esto ocurre, es necesario eliminar el área dañada y permitir que se produzca la cicatrización. Si la perdida es importante, puede quedar una secuela cicatricial, con alteración de la pigmentación, que requiera una revisión en el futuro. Esta complicación es muy infrecuente.
En general los resultados son muy satisfactorios, no obstante, hay que recordar que ciertas situaciones, como las oscilaciones de peso y los embarazos pueden modificar la forma de la mama.
Puede aparecer asimetrías o diferencias de: volumen, forma o altura de las mamas.
El riesgo de infección es extremadamente bajo porque administramos antibióticos y realizamos una técnica meticulosamente estéril durante la intervención. Esta complicación es extremadamente infrecuente en nuestra experiencia y se trata con antibióticos.
La Mamoplastia de reducción (nombre técnico de la reducción de senos) puede realizarse cuando la paciente ha terminado su desarrollo físico y tiene una madurez suficiente para entender y afrontar las repercusiones positivas y negativas de someterse a una intervención quirúrgica.
En casos graves de gigantomastia juvenil (hipertrofia virginal del seno) puede estar indicado la cirugía cuando aún no ha finalizado el desarrollo del seno; aunque en estos casos debemos tener claro que puede ser necesario volver a intervenir en el futuro
Dependiendo de la técnica utilizada, el volumen inicial de las mamas y la cantidad de tejido a reducir, y la sensibilidad previa a la intervención, puede mantenerse una sensibilidad más o menos normal aunque existe el riesgo de pérdida de sensibilidad en el pezón y areola.
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